martes, 24 de diciembre de 2019




Capítulo.-58

Entrevista a Don Patrocinio.


Debido a las altas temperaturas que en estas fechas se dan en el encinar, todos salen a las tareas, que Don Zacarías les encomienda, a las cinco de la madrugada y aunque no las hayan terminado y debido al calor asfixiante que tan mal sienta a los gatos, tienen orden expresa de estar de vuelta, como muy tarde, a las diez de la mañana. Orden dada por escrito a cada uno, de forma individual, de esta orden han tenido que firmar una copia, que ha quedado archivada en los registros correspondientes.

Hoy y debido a la citada orden, todos estaban de vuelta a la hora señalada y después de una limpieza esmerada, todos están formando grupos a la sombra densa de las encinas, charlando entre ellos de los más variados temas.

Después de una comida digna del gato más sibarita, regada con buenos caldos de Burdeos han dormido una buena siesta, para así compensar las madrugadas. Llegado el atardecer y como es habitual, todos han asistido a las lecturas en la sala de vídeo conferencias, pues hoy y debido a lo reducidas que son, Don Zacarías desea que se lean dos, aprovechando el intervalo de tiempo entre una y otra para preguntar a Don PATROCINIO por diversas cuestiones, a modo de una corta entrevista.

La primera de las lecturas ha corrido a cargo de Don PATROCINIO, a quien se le veía una cara sonriente cuando nos la estaba leyendo, una sonrisa socarrona diría yo. La segunda de las lecturas no se realizó.

La lectura que Don PATROCINIO hizo dice:


AL JUZGADO DE INSTRUCCIÓN NÚMERO DOS DE ZORROS MONDIGO.-

Don PATROCINIO HERRERO ZAPATERO, mayor de edad, soltero, vecino de esta ciudad, con domicilio en C/ Gatos para Saltar, nº 41, como mejor en derecho proceda, ante el Juzgado comparezco y DIGO:

Que habiéndose señalado para el día de hoy, a las trece  cuarenta y cinco horas, la vista oral en autos de juicio de faltas nº 155/2.009, solicito la suspensión de la misma debido a que, por las dolencias que padezco, tal y como resulta del parte médico que acompaño, me resulta imposible asistir a la misma.
En su virtud,

SUPLICO AL JUZGADO: Que habiendo por presentado este escrito y documento acompañado, se sirva admitirlo; unirlo al expediente de su razón y acordar la suspensión de la vista oral y su señalamiento para una fecha posterior.

Zorros Mondigo, a 9 de noviembre de 2.009.


Firmado. Sr. HERRERO ZAPATERO.

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Terminada la anterior lectura el primero que tomó la palabra fue el Chamán, quien le recomendó unos compuestos a base de varias hierbas, compuesto genuino –dijo este- no como los medicamentos genéricos que ahora y por culpa de todo el arco parlamentario español, sindicatos,  partidos políticos, banqueros, los diecisiete parlamentos autonómicos que tenemos en este País y demás ladrones que nos mal gobiernan; la ministra de sanidad, si a ese espantapájaros se le puede llamar ministra, obliga a recetar a todos los curanderos y veterinarios.
Le respondió que ahora no padece de ningún tipo de dolor y por lo tanto en este momento no lo necesita, pero no obstante le quedaba muy agradecido por su ofrecimiento.
Eumeo,  el porquero psicólogo, tomó la palabra diciendo: Visto el parte médico que Usted adjunta con el escrito, leída la carta que Leire remite al Juzgado y como licenciado en psicología que soy, bajo mi  punto de vista profesional, le pregunto: ¿No le parece a Usted que era un dolor sumamente sospechoso?, pues  he observado que durante la lectura, Usted tenía una sonrisa de oreja a oreja.

La respuesta fue: Buena pregunta esa, pasemos a la siguiente.

Tomó la palabra Don ZACARÍAS y le preguntó que ante tan terribles dolores como los padecidos ese día y visto el parte médico que adjunta con el escrito. ¿Qué le fue mejor para ellos, la ingesta de buenos reservas del 98 o los medicamentos recetados por el galeno?
A esta pregunta contestó que una vez entregó el escrito en el juzgado, al que el conductor de la ambulancia tubo la cortesía de acercarlo y como pago al favor que le hizo acercándole a este, se instalaron los dos ante una mesa de una buena bodega y a la tercera botella de unos buenos reservas del 98, pues según el Galeno, le irían muy bien para expulsar las arenillas del riñón, y un par de quesos que acompañaron al vino, los dolores cedieron en su totalidad. Las medicinas todavía están en la farmacia, pues no las necesité y te confieso Zacarías que presintiendo desde el mismo momento en que se me notificó la fecha del juicio, lo que me iba a ocurrir, cuando fui a ver al médico ya llevaba el escrito para el Juzgado, el cual hacía más de un mes que lo tenía preparado. Todavía tengo dudas, pues quizás las medicinas me hubieran ido mejor. Siento en el alma el tener que quedarme con la duda de por vida.
Es decir, que al que no quiere caldo, yo Don PATROCINIO HERRERO ZAPATERO, le hago beber tres o cuatro tazones. 
No se admiten más preguntas.

Ante esto, todos guardaron un silencio sepulcral.
Don Zacarías dijo que la segunda lectura se  pos- ponía para un próximo día y ordenó que menos los gatos que formaban la “Banda de los FESTINES”, todos los demás debían abandonar la sala.
Una vez que solo quedaron los gatos de los festines en la sala, tanto Don Zacarías como Don Patrocinio y ante mi presencia les comunicaron que dejaban de realizar los trabajos habituales y que pasaban a estar en todo momento a disposición de Don Zacarías para los nuevos cometidos a realizar y que esa misma noche a las cuatro de la mañana tenían que descargar un vehículo que llegaba de incógnito, la descarga de este se realizaría en una de las naves que en uno de los lugares más espeso de encinas hay, nave construida recientemente y desde ese mismo momento tenían que trasladarse a ella, sin poder comunicárselo a nadie, por los nuevos trabajos que vais a realizar os quintuplico el salario que hasta ahora veníais recibiendo. Estos firmaron un nuevo contrato de trabajo con la mayoría de las clausulas que en él constaban, clausulas que permanecerían en secreto y que no podían revelar. Sin más, salieron por la puerta trasera acompañados por Don Zacarías, el cual los llevo en la oscuridad y en el más absoluto silencio a la nueva nave, donde permanecerían ocultos.


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