Capítulo.-2
El bautizo
del gato
Con la idea de salir de dudas y averiguar si
todo lo sucedido ayer en el jardín fue producto de un sueño o era una realidad,
me he dirigido al jardín de La Casa con Tos y la tabla rotulada por el perico
jardinero sigue en el mismo sitio, por lo que deduzco que lo ocurrido allí
no fue producto de un sueño, fue algo tan real como la casa misma, que allí
sigue y si alguien duda de estos acontecimientos, puede visitarla y se
convencerá.
En la visita que he realizado hoy al
atardecer me llevé la grata sorpresa de encontrar al gato y mi perra Cora, los
pericos no estaban, el gato me dijo que estaban realizando una excursión por
los alrededores para celebrar la recién puesta en libertad, que aún siendo
condicional, no era menos libertad.
¿Qué hacéis? -pregunté-
Aquí estamos tomando el sol. -contestó el gato-
¿Cómo te llamas?
Zacarías Moro Moro y haciendo honor a mis
apellidos no estoy bautizado, Adrian nunca me bautizó, ni ninguno de mis amos
me ha bautizado nunca y desde que lo abandoné hace unos días nadie me ha
adoptado y por lo tanto no tengo
amo y soy enteramente libre, pero
puedes llamarme simplemente " gato ".
Si me lo permites, puedo adoptarte y bautizarte.
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El gato Zacarías |
Hace unos años ya -dije- tuve un gato pelirrojo,
no tanto como tú, pero de aspecto muy parecido al tuyo y le bautice con el
nombre de Zacarías, si me lo permites y en recuerdo de los buenos momentos que
pasé con él y como hace muchísimo tiempo que no tengo noticias suyas, si tú
quieres y como no sé si vive todavía, podemos bautizarte y dejarte el mismo
nombre.
Si quieres bautizarme y dejarme ese nombre yo lo
acepto, pero con la condición de que yo y solamente yo lo llevaré en esta
urbanización.
Por mí de acuerdo, pero debes saber que no
conozco a todos los gatos de la urbanización y menos sus nombres y pudiera
darse el caso de que alguno se llame así. No obstante y puesto que vives en
casa de Katía y para poder hacer uso de su refugio, voy a llamarla por teléfono
para comunicarle todo esto.
Acto seguido he llamado a Katía por teléfono y
con el fin de que el gato pudiera escuchar la conversación realicé la llamada
en la modalidad de manos libres.
Ya has oído y has podido comprobar lo que me ha
costado convencerla para que te puedas quedar en su refugio, en aras a tu
bienestar ha accedido y has comprobado que me ha dado total libertad para que
en su ausencia tome las decisiones que crea más oportunas, no sin antes
meditarlas detenidamente, pues Katía piensa que soy un pelín imprudente y me ha
recomendado que sobre todo no las tome a la ligera. Has oído que es conforme en
que permanezcas aquí, con tres condiciones a cumplir desde el primer momento,
que mantengas la casa y el jardín libre de ratones, que tengas un nombre para
poder diferenciarte de los demás gatos, puede ser el que nosotros y de común
acuerdo decidamos y la tercera es que te tienes que bautizar.
El nombre ya está decidido, conservaré el mismo,
pues a mi edad no creo que sea conveniente cambiarlo, pero exactamente el
bautizo: ¿en qué consiste?
Al bautizarte hay que derramar agua sobre tu
cabeza, al mismo tiempo que se pronuncian una palabras rituales y a partir de
ese momento dejas de ser un gato corriente, por no decir un gato moro, pues ya
sabes que ahora está muy de moda lo de decir las cosas y a raíz de lo de
las Alianzas de las Civilizaciones, que el mentecato de nuestro
presidente ha auspiciado, de una forma que sobre todo lo demás debe ser
políticamente correcta. Por medio del ritual del bautizo te conviertes y si
conservas el mismo nombre y en recuerdo del más ilustrado de los gatos que yo
he tenido, en el gato Don Zacarías Moro Moro.
El nombre, lo de las palabras rituales, en
vista de todo lo que me has contado lo acepto, pero lo del derramamiento de
agua sobre mi cabeza, no estoy dispuesto a pasar por ello, sería peor que
pasar por las horcas caudinas.
El derramamiento de agua sobre tu cabeza forma
parte inherente del ritual del bautizo y puede ser que si no lo realizamos en
la debida forma, cometamos sacrilegio y no quedes debidamente bautizado. Voy a
llenar ese cubo playero de agua, creo que es el más indicado para tu bautizo, y
sin más me dirigí al grifo instalado en el jardín para su riego y
lo llené de agua, todo esto lo observaba el gato con gran atención al mismo
tiempo que vaciaba un pequeño melón que no sé donde había conseguido y con una
de las herramientas cortantes de las que el perico jardinero tenía para sus
trabajos en el jardín, le estaba dando unos cortes con el fin de darle una
forma determinada, al mismo tiempo que lo vaciaba de su contenido, una vez
realizado esto, se lo puso sobre la cabeza en forma de casco improvisado y
alzando en extremo la voz dijo:
Alto, alto, hazle caso a Katía, no cometas
imprudencias y vuelve a meditar lo del bautizo, el hacerme esto sería una de
las más grandes vilezas que se pueden cometer sobre un gato.
No creo que el derramar un poco de agua fría
sobre tu cabeza sea cometer contigo una vileza, máxime cuando es parte
inherente al ritual del bautizo.
Pues por lo del agua no paso, a mi edad soy gato
escaldado y por lo tanto debes recordar el viejo dicho, haciendo un gran
sacrificio y sin que ello sirva de precedente, puedo aceptar que derrames un
poco de leche sobre mi cabeza en sustitución del agua. Sabes que no me gusta
derrochar.
En recuerdo del viejo dicho, voy a la tienda de
enfrente a comprar una bolsa de ella y en lo que vuelvo, medita bien si estás
conforme con el nombre.
Al cabo de cinco minutos me encontraba de vuelta
con la leche y le dije:
En vista de que el ritual del bautizo no lo
vamos a realizar en la debida forma y para que nadie pueda acusarnos de haber
faltado a las condiciones y observancias que la Iglesia en estos casos impone y
en vista de que se pudiera dar un defecto de forma, no tenemos la total
garantía de que quedes bien bautizado, si me das tu conformidad y para no
cometer sacrilegio te llamarás Don Zacarías y
llevarás, además, unos apellidos y estos no pueden ser otros
que Moro Moro
Tienes mi conformidad con la condición de que
derrames la mínima cantidad de leche sobre mi cabeza, pues no deja de ser esto
un desperdicio de uno de los alimentos más apreciado por mí y la que sobre me
la das, a fin de que bebiéndola pueda recuperarme de estos malos trances.
Acercaos tanto tú como Cora, pues ella tiene que
actuar de madrina y sin más te administro el bautizo.
Los dos se acercaron a mí, le despojé del casco
que se había fabricado con el pequeño melón y derramé sobre su cabeza la
cantidad imprescindible de leche al mismo tiempo que pronunciaba las palabras
rituales, quedando de esta forma bautizado con el nombre de Don Zacarías y de
apellidos Moro Moro.
Acto seguido dijo:
Como el sol comienza a declinar y la casa, al
tener la calefacción apagada, no desprende calor, me retiro al refugio. Sígueme
y tu lo mismo Cora.
Le seguí al refugio y con la idea de lavarme las
manos, pues se me habían manchado con un poco de la leche derramada sobre
la cabeza de Don Zacarías Moro, cogí el cubo playero con su contenido de
agua.
Te olvidas de la leche. -dijo Don Zacarías Moro.
No, que también la llevo.
Detrás de él bajé acompañado de Cora.
Una vez instalado en su lugar preferido y al
mismo tiempo que bebía la leche que le había puesto en un plato de los cuales
estaba bien surtido el refugio, me decía:
He encontrado una enorme carpeta con bastante
documentación y de todos los que aquí nos reunimos solamente tú sabes leer con
soltura, nosotros aunque sabemos leer no pronunciamos bien del todo, te estaría
enormemente agradecido que esta noche cuando estemos todos reunidos la leyeras
para nosotros. La próxima vez que vengas trae algo de leña para poder hacer
lumbre en la chimenea y de esta forma poder caldear este frío refugio, para que
esta te salga más barata, te recomiendo que no la compres, hay mucha en la
trasera del hotel, de primera calidad, de encina seca, tomas prestada una buena
cantidad de ella y para que Félix no tenga nada que objetar, le devolvemos las
cenizas. Todo sea por economizar.
Mejor que la leña podemos caldear el refugio con
carbón vegetal, pues de este estoy bien surtido.
Trae lo que mejor te parezca, al fin no deja de
ser tu carbón, pero vuelvo a decir que esa no es la mejor forma de economizar.
Con el fin de cambiar la conversación dije:
Hay que quedar de acuerdo con Katía en hacer una
cena a base de buen cordero asado a la brasa, con el fin de celebrar tu
bautizo, de estas celebraciones Katía es siempre partidaria.
Katía será partidaria del buen cordero asado,
pero del calor no creo, la casa aunque en menor medida no deja de toser y se la
ve muy resentida
Unos ruidos en el jardín nos interrumpieron la
conversación.
Subí en compañía de Cora y allí estaban los
excursionistas, que venían acompañados de un viejo conocido de Cora, el cuervo
que con sus graznidos me despierta algunas mañanas y gran enemigo de esta, pues
suele robarle parte del pienso que le suministro para su alimentación.
Bajad al refugio -les dije- en él al menos no
hace tanto frío.
Bajamos todos y una vez que todos estuvimos
instalados, cada uno en su lugar correspondiente, los pericos y el cuervo en lo
más alto, en unas barras transversales que van de un lado al otro de las
paredes, Don Zacarías Moro en su lugar favorito, yo en una silla al lado de la
mesa que allí hay y la perra que no dejaba de gruñir por la presencia del
cuervo, se colocó a la entrada.
Tomando la palabra Don Zacarías Moro dijo:
Aprovechando la ocasión en la que estamos todos
reunido y si todos estamos de acuerdo, propongo que te nombremos medio cronista
oficial, que no cronista entero, de este mi refugio, con el fin de que tomes
nota de las cosas más interesante que aquí tratemos y para que nos leas la
abundante documentación existente en la carpeta que hace unos días
encontré y que me llena de intriga. Así
es que los que estén de acuerdo con la propuesta que digan sí y si
alguien no está de acuerdo, dormirá en el jardín al ralentí de la noche.
La votación realizada acto seguido a la
propuesta, quedó del siguiente modo:
Votos a favor de la propuesta cinco y dos
abstenciones, la mía y la del cuervo, que en calidad de invitado no pudo votar.
Un momento, yo no puedo estar continuamente
aquí, solamente algunos días, pero para esos días que pueda venir acepto el
nombramiento, siempre que sea en rigurosa exclusiva.
Aceptamos la propuesta -dijeron al unísono-.
La velada se alargó hasta altas horas de la madrugada organizando la carpeta, pues los documentos, aparte de que eran numerosos, estaban muy desordenados, pero el comienzo de la lectura del contenido de la carpeta de Don Zacarías, lo dejamos para el próximo día que los visite.
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