miércoles, 25 de diciembre de 2019





Capítulo.- 1

El jardín de La Casa con Tos.



Esta mañana mi perra Cora se perdió durante el paseo que solemos dar, la encontré en el jardín de la casa de mis amigas Alexandra, una niña de diez años y de su madre Katía
La llamé y protestó porque no se quería venir, protestó con su característico uuuuuuuuuuu, que suele emplear cuando decide no obedecer.
Me dirigí hacia ella para sacarla del jardín y a medida que me acercaba oí una conversación, en la cual todo eran lamentos y quejas, en un principio pensé que había alguien en el jardín y que ese alguien era quien hablaba, pero cuando llegué y para mi sorpresa no había nadie en él. En el jardín sólo encontré a mi perra, un perico muy delgado posado en una de las ramas de un rosal, otros dos pericos prisioneros en una jaula y el gato de Adrián. El gato se encontraba subido en lo más alto que había encontrado, un árbol, que aún no siendo alto en demasía, le permitía observar desde allí y al mismo tiempo permanecía fuera del alcance de los colmillos de Cora, pues todos los gatos del barrio saben de las malas pulgas de esta.
El gato desde el árbol ejercía las funciones de "coordinador" dando la palabra a quien correspondiera y en riguroso orden.
Yo -dijo- llevo unos días semienterrado en el jardín, debajo de unas hojarascas, pues ahí me dejó Alexandra, pensando, que estaba muerto y no era así, lo que ocurrió es que en esta casa se ha cometido un atentado contra mí, pienso que por parte de Katía, aunque no descarto que Alexandra tuviese parte en él. Ocurrió por culpa de mi adicción al tabaco, con esta crisis, me he quedado sin trabajo y sin dinero, cayendo así en  la indigencia, cansado de ir de un sitio a otro decidí ocultarme en este jardín, pues al menos aquí, cuando Alexandra limpia la jaula de estos dos prisioneros, siempre caen restos de comida y así de esta forma he ido sobreviviendo; pero es tal la adicción que tengo por el tabaco que todos los días le robaba cigarrillos a Katía y un día me explotó uno de ellos al encenderlo, alguien le había puesto un petardo oculto en su interior y a causa de ello no sé cuánto tiempo he pasado entre las hojarascas en estado de coma, hoy, de nuevo he vuelto a la vida, de profesión soy jardinero y para mí lo más urgente es fumar un par de cigarrillos.
El perico jardinero acusa a Katía y posiblemente también a Alexandra de tenencia ilícita de petardos, ha decidido hacerse cargo del jardín, pues lo encuentra muy abandonado y así cuando las dueñas de la casa regresen, viendo la nueva imagen que con la limpieza presente, no dejará de recibir una buena recompensa en alpiste, tabaco a ser posible y algo de ropa. Ha decidido dejar de robar cigarrillos, pero no lo de robar, pues en un vuelo rapidísimo robó dos plantas en el jardín de una vecina que se llama Hayat, las plantas -dijo- son patateras, los fumadores más empedernidos como yo las fumamos a falta de tabaco y separando unas patatas que habían venido adheridas a las plantas, colgó estas para que se sequen y poder hacer cigarrillos con sus hojas, acto seguido  ha sembrado las patatas en la zona más soleada del jardín, las ha abonado con un líquido que según nos comentó las hará crecer y alcanzar la plena madurez en dos días, al mismo tiempo espera conseguir patatas en gran cantidad y de esa forma aumentar la cosecha. Después de realizar la siembra y abonado, ha comenzado a arreglar el jardín, recortó los setos, podó el rosal y el árbol, arrancó unas zarzas que en uno de los rincones empezaban a crecer a su antojo, ha entresacado las malas hierbas, ha recogido la hojarasca y por último ha segado el césped y recogido la hierba segada. Con todos los deshechos ha llenado una bolsa de gran tamaño y rogó a Cora que la tirara a la basura, cosa que esta hizo sin protestar, incluso tuvo la cortesía para con la casa de colocar en el lugar correspondiente las tejas que se le cayeron en el momento de toser. De tal aspecto quedó el jardín que quien lo conociera antes quedaría gratamente sorprendido con el nuevo aspecto que presentaba.


CÁRCEL PARA PERICOS

He vuelto la vista y he observado, que ya tiene la tabla colgada en la jaula.






No hay comentarios:

Publicar un comentario

El bautizo del gato.

Capítulo.-24 Declaración de la curandera. Con la finalidad de leerle a Don Zacarías y a los demás habitantes del refugi...