Capítulo.-
1
El jardín de La Casa con
Tos.
Esta mañana mi perra Cora se perdió durante el paseo que solemos dar, la encontré en el jardín de la casa de mis amigas Alexandra, una niña de diez años y de su madre Katía
La llamé y protestó porque no se quería venir, protestó con su característico uuuuuuuuuuu, que suele emplear cuando decide no obedecer.
La llamé y protestó porque no se quería venir, protestó con su característico uuuuuuuuuuu, que suele emplear cuando decide no obedecer.
Me dirigí hacia ella para
sacarla del jardín y a medida que me acercaba oí una conversación, en la cual
todo eran lamentos y quejas, en un principio pensé que había alguien en el
jardín y que ese alguien era quien hablaba, pero cuando llegué y para mi
sorpresa no había nadie en él. En el jardín sólo encontré a mi perra, un perico
muy delgado posado en una de las ramas de un rosal, otros dos pericos prisioneros
en una jaula y el gato de Adrián. El gato se encontraba subido en lo más alto
que había encontrado, un árbol, que aún no siendo alto en demasía, le permitía
observar desde allí y al mismo tiempo permanecía fuera del alcance de los
colmillos de Cora, pues todos los gatos del barrio saben de las malas pulgas de
esta.
El
gato desde el árbol ejercía las funciones de "coordinador" dando la
palabra a quien correspondiera y en riguroso orden.
CÁRCEL PARA PERICOS
He
vuelto la vista y he observado, que ya tiene la tabla colgada en la jaula.
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