Capítulo.-18
Don Zacarías
reclama Gibraltar.
Esta mañana un ruido ensordecedor de carreras y de órdenes militares me
han despertado antes de lo que habitualmente suelo hacerlo, he salido al jardín
de mi apartamento y he visto a Zacarías con una centena de gatos, incluso puede
que hubiera algunos más, en los solares que frente al jardín hay, lo he llamado
para que me explique que es todo esto y antes de venir a mi jardín les ha dado
la orden de que estén dando vueltas a la manzana de apartamentos a paso ligero
hasta que él regrese para indicar otra orden.
Acto seguido se ha acercado a mí y después de darme los buenos días le
he rogado que tome asiento, pues tengo que comunicarte noticias importantes que
me han llegado a través de Facebook, me han sido comunicadas por unos amigos y
me han rogado que te felicite por la extraordinaria y fidedigna descripción que
del tal Fco Moral hiciste el otro día,
parece ser que ha sido localizado y en realidad se llama Francisco Moral Cuñez,
estos señores son admiradores tuyos, o al menos de tus reflexiones y comentarios.
Vayamos por partes –dijo- que ni es ingeniero, ni es periodista de
investigación.
Exactamente.
No me digas que es como estos gatos que me ha mandado tu amiga Joce
desde Andalucía, que todos cobran el PER y que este, que bajo ningún concepto
se atreve a dar la cara y que bajo mi humilde punto de vista, viendo la foto
que usa en su perfil, no es más que un acomplejado y un tullido mental, también
cobra el PER.
Eso Zacarías no me ha sido
comunicado todavía, estoy esperando noticias, pero lo que me gustaría saber es
que andas haciendo con ellos.
Esta mañana, nos levantamos, desayunamos y ordené que el Refugio había
que mantenerlo en unas condiciones higiénicas muy exigentes, dos de ellos
dijeron que aparte de que cobraban el PER, habían llegado con vómitos y se
volvían a dormir, no lo dudé ni un momento, llamé al veterinario y les administró
una buena dosis de primperán o al menos eso es lo que leí en lo viales que tiró
a la basura, aprovechó para administrarle a Lázaro la correspondiente dosis de
metadona y llamándome aparte me dijo que los vómitos no eran del mareo, sino
que les provenían de que estaban embarazadas, pues eran gatas y por ello es por
lo que les había pinchado una solución de metoclopramida, que yo no sé
qué es eso, pues en los viales yo leí primperán.
Inmediatamente les he
ordenado que se volvieran para Andalucía, pues para los fines que yo tengo con
todo este ejército de gatos, no era conveniente para ellas, dado su estado, que
permanecieran aquí, pues el fin que les tengo preparado, es entrenarlos
intensivamente en las más diversas y variadas técnicas militares en menos de
tres o cuatro días, pues por los conocimientos que tengo en tácticas militares,
todos los Ingleses, con motivo de la boda de Don Guillermo con su flamante
novia, van a estar un par de semanas a base de pintas de cerveza para celebrar
el acontecimiento, ya sabes cómo celebran estas bodas y cuando se quieran dar
cuenta nos hemos apoderado de Gibraltar.
Zacarías –dije- una cosa es
razonar y otra la guerra, no soy partidario de ella, quiero que los entrenes
como es debido, a estilo Zapatero, los armas de tiritas, desinfectantes y todo
tipo de utensilios para dar una buena imagen como curanderos y los mandas en
misión de PAZ a Libia, que por allí es por donde andan ahora las tropas de este
inútil, pero esta vez armados hasta los dientes, pero no combaten, solamente
vigilan al enemigo e informan a sus superiores de la OTAN.
Entonces –contestó- a estos
los voy a tener aquí, un par de semanas hasta que les quite la gandulería, esa
que les metieron a muchos andaluces en el cuerpo dos troleros de la Calle
Sierpes de Sevilla, Felipe González y su cocinero Alfonso GUERRA, con el único
fin de tener un semillero de votos y mantenerse en el poder, si puedes haz que
me manden al tal Francisco Moral Cuñez que le voy a sacar la gandula del cuerpo
en cuanto acabe con estos. Te dejo, que les voy a ordenar que en
vez de paso ligero, cambien a correr al trote, no se me vayan a coger agujetas
el primer día.
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