Capítulo.-37
Eumeo y su teléfono.
El día que llegué del
viaje como acompañante de Patrocinio y que más de dos meses había durado y que
quedará para los anales de la Historia, después de una copiosa cena y a
ruegos de Don Zacarías y de Patrocinio, me quedé a dormir en el chalet que en
sus tiempos ocupó Don Kerkus, los motivos que alegaron para que desde ese mismo
momento pasase a residir en el encinar los expuso Don Zacarías con meridiana
claridad, de momento me ahorraba el pago del alquiler del apartamento y todos
los gastos que en electricidad, agua, calefacción y un sinfín de gastos más,
pero de entre todos los que me expuso, uno de los más importantes era el
desplazamiento diario que tendría que hacer para en cuanto se pudiese, seguir
leyendo el contenido de la carpeta y sobre todo pasar la contabilidad de la
explotación de cerdos ibéricos que Patrocinio había puesto bajo su dirección,
las facturas están apiladas convenientemente y clasificadas por fechas, hay tal
cantidad de ellas que en una oficina a la cual se accede desde la sala de lecturas
y en la cual ha instalado una caja fuerte de absoluta seguridad las tiene
guardadas convenientemente, me comunicó que había ordenado levantar acta
notarial de todos los bienes e inversiones que Patrocinio ha realizado para
montar su negocio, con lo cual -dijo- tienes los medios necesarios para empezar
mañana mismo, eso sí en jornada laboral continua, mañana verás- prosiguió- que
está montada con las técnicas y adelantos más modernos. Ante todo este cúmulo
de consideraciones, no me quedó otro remedio que aceptar la propuesta, quedamos
que al día siguiente iría a buscar mis efectos personales al apartamento y ya,
desde este mismo momento me entregaba todas las llaves del chalet para que
pudiese disponer de él a mi antojo.
A la mañana siguiente
cuando me desperté ya estaba Don Zacarías dando órdenes a todos los empleados,
pues la plantilla había aumentado considerablemente con gatas expertas en
limpieza y una cuadrilla de diez gatos expertos en extraer el corcho de los
alcornoques y en podar encinas y que había contratado en Portugal.
Una vez distribuida la
jornada laboral, ha llamado al porquero psicólogo al que apoda Eumeo y le ha
rogado que nos acompañe no ya a la sala de lecturas, pues cuando hemos entrado
en ella y la he visto, tal y como está equipada más bien es una sala de
conferencias, equipada con las más modernas tecnologías en comunicaciones y no
hablemos de lo que debe haber invertido en ordenadores, una fortuna, desde ella
se pueden mantener video conferencias a cualquier parte del mundo, pero lo que
en realidad interesa es un apartado al cual se puede acceder por una puerta
trasera y desde allí y por video conferencia poder mantener comunicación con el
veterinario, al mismo tiempo que este puede ver el animal que en un momento
determinado pudiese caer enfermo y emitir el informe correspondiente sin
necesidad de desplazarse. Todos estos adelantos nos ha dicho que redundaran en
rapidez a la hora de diagnosticar al animal enfermo y el consiguiente ahorro en
desplazamientos.
Una vez que todo me ha
sido mostrado se ha dirigido con una total y absoluta seriedad a Eumeo y
le ha ordenado que se quite los auriculares que lleva puestos y que están
conectados a uno de los teléfonos de última generación que en el mercado
existen. En el momento de quitárselos, hemos percibido una muy buena música y
cuando le ha preguntado que si escuchando música todo el día pueden cumplir con
su cometido laboral como los cánones de la Santa Madre Iglesia mandan, Eumeo ha
respondido que como personas cultas que son, con el primer sueldo que les pagó
se habían equipado de los teléfonos para poder leer la prensa y sobre todo
poder escuchar música clásica, pues es muy relajante.
Una vez dadas las
explicaciones sobre los teléfonos y el uso que de él hacían, Don Zacarías se ha
dirigido a la puerta trasera de la sala de video conferencias o de
lecturas, llámenla como quieran, la ha abierto lo imprescindible para que
por esta pudiera salir Eumeo y le ordenó que podía incorporarse a sus
quehaceres diarios, en el momento en que este salía, Don Zacarías cerró la
puerta en el momento justo para poder dejarlo con toda su anatomía por la parte
de fuera excepto los cuartos traseros que quedaron por la parte de dentro, de
tal forma lo aprisionó que Eumeo dio un bufido que posiblemente se oyó por todo
el encinar y en esta difícil e indefensa postura le espetó: “Esa música que
estabas escuchando, es de muy buena calidad, pero música clásica desde luego
que no es, o me das el nombre de la emisora con su correspondiente URL o de
aquí no escapas, Eumeo en un principio se resistió, pero al
primer achuchón que Don Zacarías le dio con la puerta cantó no como un loro, sino
como lo que es, un invertido, le dio la URL de la emisora y el nombre de la
misma, "radio Jénia", está en Lugo, la provincia de donde es el
desaparecido, no en combate, sino en una gasolinera, la emisora, está
justamente en la ciudad donde se encuentra la famosa gasolinera que el
Gran Pepiño Blanco ha convertido en su segundo despacho, pues parece ser que ya
no es Don JOSÉ. Una vez conseguido lo que quería, de muy malos modos le
advirtió, que tenía que olvidarse de mentir, bien sabía yo que esta emisora que
escuchabas no era radio clásica de R.N.E., no debes olvidar que esto es un
encinar donde hay una explotación ganadera y no un Juzgado de Violencia
Familiar, en los cuales otra cosa no se hará, pero mentir en ellos sí que se
hace y las consecuencias que por esas mentiras la sociedad gatuna de este País
está pagando son muy graves. No sabes que por esas mentiras se han
suicidado en España más de diez mil gatos, desde que la Ley de Violencia
Integral de Género entró en vigor, y que mucha culpa la tienen los psicólogos
con sus falsos informes, pues "las entrevistas" que le hacen al
acusado no se graban y de esta forma emiten y opinan lo que les viene en ganas,
mucho adelanto para lo que quieren, pero en esto, al no ser grabadas somos un
país tercermundista, todo ello para que el acusado no escape vivo del tribunal
que le juzgue.
Acto seguido abrió un
ordenador y me rogó, que sintonizase la emisora que Eumeo le había indicado y
me rogó que el primer trabajo que tenía que hacer hoy es que la citada emisora se
pueda escuchar en ESTA SALA.
Dicho y hecho,
en menos de diez minutos la he sintonizado y con los medios adecuados ya la
tenemos en la sala, la he dejado para que sus melodías comiencen a oírse de
forma automática al encender cualquier ordenador y si a alguien no le gusta, no
tiene más que quitarle el volumen.
Después de esto, y sin
esperar más, me he dirigido al apartamento que tengo alquilado con el
fin de traerme todas mis pertenencias personales al chalet que Don Zacarías ha
puesto a mi disposición.
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